Revisión presupuestal: Mantenimiento oportuno

0
160
José B. González.

Por José B. González

“A stitch in time saves nine”

En nuestra cultura tenemos muchas y diversas costumbres que a fuerza de repetirlas podrían convertirse casi en una jurisprudencia obligada. De donde se hace eco el consabido dicho: «La costumbre hace ley».

Otras terminan siendo tan practicadas y reconocidas que hasta parece que pasan formar parte de un conjunto de estereotipos descriptivos de nuestra idiosincrasia, como por ejemplo «ponemos el candado después que nos han robado» para referirnos a situaciones que pudieron revertirse de haberse previsto sus consecuencias con suficiente antelación. Por lo que, en cambio, procedemos a tomar medidas después que los resultados son evidentes y hasta difíciles de remediar. Esto se verifica en muchas instancias tanto nivel privado como público en situaciones de larga data.

Por otro lado, nos encontramos con otro tipo de situación que puede ameritar una atención recurrente de parte nuestra. No obstante, optamos por dejarnos llevar por «la ley del menor esfuerzo». En esta última, pudiendo incluir el mantenimiento oportuno y a tiempo que nos ahorra inconvenientes mayores, decidimos hacer justo lo contrario.

Tal podría ser el caso del mantenimiento, que no siempre es habitual, a vehículos, plantas eléctricas, circuitos domésticos, dispositivos electrónicos, electrodomésticos, mobiliario y la lista sigue, desafiando la imaginación.

Si bien esto tiene lugar a nivel privado, lo mismo aplica a nivel público. Por ejemplo, cuando un equipo médico de alta gama y avanzada tecnología llega a un centro de salud del sector público, el mismo es celebrado por todo lo alto, entre fotos, sonrisas y algarabías, dándosele formal entrada al mismo. Pasando entonces, dicho «equipo» a formar parte de los activos más preciado de la institución y parte del «orgullo» de la misma.

No obstante, luego, andando el tiempo, cuando una «pieza» de dicho equipo, de no fácil adquisición, sea esta una pieza visible o no, pero esencial, ya sea tan visible como “la cubierta de un «panel de control» o «invisible» como un «microprocesador» de difícil fabricación se cuenta con la excusa “necesaria” para reubicar dicho equipo a lugares menos visitados o de difícil acceso del mismo o de otro centro asistencial de quizás de menor categoría. Y dado que ya no funciona como antes o deja de hacerlo de manera eficiente, el anhelo expresado a viva voz es su pronta sustitución.

Todo lo esto, antes que buscar su reparación por considerarla costosa y su mantenimiento desafortunado y a destiempo (sobre todo si no se cuenta en el centro o en el país con el personal técnico calificado para emprender tan desafiante tarea) parece ser lo más indicado y aconsejable. Lo cual pudiera ser el último recurso antes de ser enviado al «baúl de los recuerdos» en un viaje de ida menos advertido y sin posible retorno.

La escasez o nulo mantenimiento ocurre también con frecuencia en las obras e inversiones públicas: En centros deportivos, culturales y educativos, en avenidas, carreteras, plantas, puentes, infraestructuras físicas, en centros de reuniones y en instalaciones públicas de todo tipo (las cuales, cual testigos mudos de su propio destino, asisten al escenario del abandono y desidia de la que son víctimas inanimadas). Todo lo cual devalúa dichas inversiones, y su sustitución por otras, hace más onerosa la solución presupuestal de muchas de nuestras grandes y deseadas obras de infraestructura físicas y equipamiento.

Algo en lo que menos esperamos que esto pueda acontecer, es el mantenimiento a los presupuestos e inversiones previamente aprobados, como es la necesaria revisión oportuna de nuestros presupuestos, sean estos públicos o privados, donde la invaluable pieza de planificación pasa a ser considerada como la atribución exclusiva de un personal técnico de especializada calificación y por tanto su aprobación o no un tema ligeramente más importante que su gestión, pero mucho menos relevante que la forma de su ejecución, la cual solamente debe ser garantizada por una supervisión y control perseverante y permanente sobre todo por aquellos que una vez lucharon de forma vehemente y decidida para su aprobación, como es el caso de los que una vez lo hicieron por un porcentaje deseando en el mismo, dedicado a dignificar la educacion nacional.

Todo los deseos y expectativas fraguados en un presupuesto no serán más que un aliento fugaz, del que desesperadamente procura una mejoría permanente, si no van acompañados del “mantenimiento” de los mismos, que implica una revisión y seguimiento permanente.

Otro tanto debe ocurrir a nivel de lo que es la gestión del mantenimiento industrial (Pérez , F., 2021) y después de hacer un análisis costo-beneficio de los activos de las empresas que sirva de soporte al presupuesto dedicado al mantenimiento correctivo programado (aula 21).

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here