Comentario del Dr. Isaias Ramos para DIARIOPAISRD.
Han transcurrido más de dos décadas del siglo 21, un período
marcado por avances tecnológicos asombrosos. No obstante,
nuestra clase política no ha logrado solucionar los problemas
esenciales que afligen a la población. Peor aún, han incrementado
la deuda pública en un factor de 20 y han saqueado sin piedad los
recursos naturales y económicos de nuestra nación.
Ahora es el momento crucial de replantear nuestra visión de
progreso. Necesitamos adoptar una perspectiva política que
priorice el desarrollo social, basado en la dignidad, la igualdad, el
respeto y la cooperación, donde la economía esté al servicio de las
necesidades humanas, y no al revés.
Es el tiempo de fortalecer la familia, pilar de nuestra sociedad, para
impulsar el crecimiento social. Debemos inculcar en nuestras
políticas educativas la enseñanza de principios y valores y
garantizar que cada individuo tenga la oportunidad de satisfacer
sus necesidades básicas, viviendo con la dignidad que cada ser
humano merece.
La integridad, el respeto, la transparencia y la eficiencia deben ser
más que meras consignas. Son principios fundamentales que
deben guiar la actuación de todas nuestras instituciones. Solo así
lograremos una sociedad en la que cada persona, dotada de
educación y habilidades, pueda convertirse en el motor de su
propio desarrollo.
La educación es más que una simple herramienta. Es la llave que
abre un universo de oportunidades en un mundo en constante
cambio. El Estado tiene el deber de dirigir sus esfuerzos y recursos
hacia la reducción de las disparidades, mitigando tensiones
sociales y generando seguridad.
No podemos ignorar la realidad de que, sin cambios estructurales
significativos, la pobreza seguirá en aumento. Esta situación es un
síntoma de un sistema desgastado, injusto y desigual. No
podemos, ni debemos, seguir ciegos y sordos ante este desafío.
En nuestras manos yace la posibilidad de transformar este
desgarrador panorama de desigualdad e injusticia en un horizonte
de derechos y oportunidades para todos. En nuestras acciones
cotidianas, en nuestra demanda de cambio, y en nuestra
determinación de crear un mundo más justo, reside la semilla de la
revolución que necesitamos.
La pobreza y la miseria son una llamada de auxilio que no
podemos seguir ignorando. Cada ser humano merece vivir con
dignidad. La pobreza de un pueblo y la opulencia de sus líderes
son una vergüenza inconcebible para cualquier nación. Si no
enfrentamos a los arquitectos de este sufrimiento, el futuro que nos
espera será catastrófico.
No podemos responder con indiferencia al eco de los gritos de los
desfavorecidos. Cada minuto que pasa sin actuar, la pobreza toca
a más puertas. Es nuestro deber abrir las nuestras. Detrás de cada
cifra de pobreza hay un rostro, un corazón y un sueño. No
podemos fallarles.
Unidos podemos, y debemos, construir un país mejor. Ahora es el
momento. Este es nuestro llamado a la acción. Este es el grito de
aquellos que no tienen voz. Esta es nuestra responsabilidad. Y
juntos, podemos hacerlo realidad.
En el Frente Cívico y Social (FCS) entendemos que debemos
replantear nuestras prioridades para enfocar nuestras acciones en
el bienestar general y garantizar que la economía esté al servicio
de las necesidades humanas actuales y futuras. Es indispensable
construir un pacto social que incluya a todos los ciudadanos y nos
permita soñar juntos el país que queremos legar a las próximas
generaciones.
Imaginemos un país en el que nuestros hijos y nietos puedan
crecer sin miedo, donde la oportunidad no sea un privilegio sino un
derecho. Un país en el que nuestros gobernantes trabajen
incansablemente por la dignidad de todos, no sólo de unos pocos.
Visualicemos un futuro en el que no haya lugar para la pobreza,
porque hemos decidido que es inaceptable.
En el FCS creemos que esto no es simplemente un sueño lejano,
es un futuro posible, es un camino que podemos elegir recorrer.
Pero, debemos hacerlo juntos, uniendo fuerzas, voces y
voluntades.
Despierta RD!