
DIARIOPAISRD.COM*** INFORMACION NACIONAL ORIGINADA EN LA CAPITAL DOMINICANA. La Junta Central Electoral (JCE) acumula un historial de pérdidas millonarias por la compra de equipos que luego no se usaron y por la actualización de procesos, como la renovación de la cédula.
La gestión que presidió Roberto Rosario gastó 31.8 millones de dólares en 48 mil dispositivos que serían utilizados para automatizar el registro de los electores y escrutinio de los votos en las elecciones del 2016.
Los aparatos no funcionaron el día de los comicios y tampoco se usaron en el 2020 porque, como aseguró su sucesor en el cargo, Julio César Castaños Guzmán, habían tenido un desempeño poco fiable.
Las tabletas fueron inconsistentes y los escáneres requerían una actualización de la batería y el software.
Tras el fracaso, la JCE tuvo que cargar con miles de equipos que no le reportaban ninguna utilidad a un costo de 1.2 millones de dólares por cuatro años de alquiler en un almacén.
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Más tarde, Castaños Guzmán cometió el mismo error de su antecesor con la misma aspiración de “automatizar el voto”, esta vez para las primarias de los partidos políticos que se celebraron en el 2019.
El pleno que presidía pagó 19.9 millones de dólares (1,226.8 millones de pesos) por 44 mil dispositivos que funcionaron tan mal que provocaron la suspensión de las elecciones municipales de 2020.
Igual que antes, la JCE tuvo que hacer espacio para guardar 11 mil laptops, 33 mil monitores táctiles, 11 mil mini computadoras, 11 mil impresoras técnicas, 11 mil lectores de código de barras y 11 mil inversores portátiles.
Luego de las malas experiencias, la JCE de Román Jáquez Liranzo volvió al voto manual en el 2024. Pero los escáneres anteriores ya estaban obsoletos, así que hubo que comprar 15 mil impresoras multifuncionales, 15 mil laptops y 10 mil inversores a un costo de 532.2 millones de pesos.
Equipos de la cédula
La JCE comprará equipos para producir la nueva versión de la cédula, dejando de lado los que actualmente se usan, comprados en 2014.
Aquella vez se adquirieron 300 impresoras, 350 lectores de huellas, 350 capturadores de firmas digitales y 350 cámaras por un valor total de 17.7 millones de dólares.
La tecnología que contiene el nuevo carné requerirá de máquinas de impresión láser que grabarían la imagen directamente en el plástico. Las actuales producen una impresión térmica indirecta que transfiere la imagen desde unas películas especiales a la superficie del material.
Además de las impresoras, la JCE está licitando nuevos escáneres, cámaras, lectores de firma, lectores de huellas e impresoras de punto de venta. Todo ello por un valor estimado de 2,081.6 millones de pesos.
¿Hay que cambiarla?
Desde que se cambió el “librito” de papel por una tarjeta de plástico como documento de identidad y electoral de los dominicanos, en el año 1992, el formato se ha cambiado en dos ocasiones más.
La cédula azul del 1992 tuvo vigencia hasta que se reemplazó por la amarilla del 1998, seis años después, que, a su vez, fue reemplazada por la presente, en 2014.
La Ley 8-92, del año 1992, le daba una vigencia de seis años. El plazo se llevó a 10 años con una modificación que se hizo con la Ley 26-01.
Esto no significa que el formato, los colores y la tecnología deban cambiarse en ese período, pues la norma original establece que la cédula es “renovable por igual término cuantas veces lo solicite su portador” (artículo 5).
La obligación está en cambiar el plástico por uno nuevo cada 10 años, tiempo en que puede haber ocurrido un deterioro importante.
La cédula actual fue premiada como la más segura en su tiempo
Cada cédula vigente costó RD$120.80, mientras que la nueva será de RD$260.2. Una impugnación detuvo el proceso de licitación para el nuevo documento de identidad.

La cédula de identidad y electoral vigente fue presentada por Junta Central Electoral (JCE) en 2013 como la más confiable, con 23 elementos de autenticidad que dificultaban su reproducción y la capacidad para insertarle un chip electrónico.
El pleno de la entidad explicaba que la conocida «cédula amarilla» debía ser sustituida por una más segura que, después de 10 años, se busca reemplazar por las mismas razones.
El presidente de la JCE de entonces, Roberto Rosario, alegaba que la nueva tarjeta era un documento inteligente, de alta tecnología, confiable y con capacidad para incorporársele un chip que no se instalaría porque no había en el país la tecnología para leerlo.
El plástico incluso fue reconocido como el documento de identidad personal más seguro, mejor diseñado y mejor fabricado del mundo durante el año 2014 por la International Card Manufacturers Association.
Igual que ahora, la JCE prometía nuevas características detectables en tres niveles: a simple vista, con instrumentos simples (como lupas) y con equipos especializados en laboratorios.
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Entre ellas estaba la imagen holográfica en cuatro colores panthones, holograma UV, micro impresión, imagen formada con micro caracteres, motivos de líneas finas, impresión en tinta UV, imagen con tintas de variación óptica (OVI), microtexto negativo, microtexto positivo giratorio, fondo guilloche, imagen oculta, OVD empotrado, guilloche fluorescente e impresiones en ultravioleta de algoritmo único vinculante a la impresora.
Su material fue una combinación de policloruro de vinilo (PVC) y tereftalato de polietileno (PET).
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Una década después, la Dirección Nacional de Cedulación resaltó sus vulnerabilidades en un informe e indicó que esta se podía alterar con facilitad y su imagen se podía simular con impresoras disponibles en el mercado.
Por esas razones se ha licitado un nuevo carné de identidad que estaría hecho en policarbonato, usado en los últimos años en muchos países por ser más flexible y resistente al calor y a los impactos.
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