Trump dejó a los aliados de Estados Unidos en una posición imposible, quizá justo donde él quiere que estén

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DIARIOPAISRD.COM*** INFORMACION INTERNACIONAL, DADA EN LOS EE.UU. (FUENTE CNN)***Durante dos semanas, los amigos de Estados Unidos se mordieron la lengua. Desde su toma de posesión, el presidente Donald Trump había disfrutado de un flujo constante de palabras cordiales –y muy pocas críticas– de los líderes de Europa y la Anglosfera que, en privado, podrían erizarse ante el ruido y la ampulosidad que trae a la Casa Blanca.

Pero ese acuerdo nunca estuvo destinado a durar, y se hizo añicos esta semana después de que Trump diera rienda suelta a la que quizá sea su idea de política exterior más provocadora hasta la fecha: tomar Gaza bajo control estadounidense, reubicar a su población palestina y reurbanizar el enclave para convertirlo en la “Riviera de Medio Oriente”.

La propuesta pareció desmantelar en un instante décadas de políticas occidentales, alejándose del modelo de “solución de dos Estados”, establecido desde hace tiempo pero notoriamente esquivo en términos de progreso.

Los países se apresuraron a rechazarlo. Los aliados de Estados Unidos en la región reaccionaron con incredulidad y preocupación por el impacto que el llamamiento tendría en los esfuerzos diplomáticos en curso, en particular el alto el fuego y las negociaciones sobre rehenes entre Israel y Hamas. Los palestinos expresaron su consternación ante la perspectiva de abandonar su patria.

En Europa, donde Estados Unidos suele tener relaciones menos complicadas, los líderes variaron el tono pero fueron claros en su postura: no lo apoyan.

Aun así, Trump dejó a los socios de Estados Unidos en una situación difícil. Criticar a Estados Unidos es el último recurso para muchos líderes; hacerlo tan pronto en un mandato presidencial está plagado de inconvenientes

“Mi lectura es que están todos boquiabiertos. No se lo esperaban”, dijo Jon B. Alterman refiriéndose a los aliados de Estados Unidos. Alterman, exfuncionario del Departamento de Estado de EE.UU., es ahora director del Programa de Medio Oriente del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un think tank con sede en Washington.

También hay repercusiones más amplias y difusas. El historial de Trump de azarosas intervenciones geopolíticas ya amenazó con aislar ideológicamente a Estados Unidos, poco a poco, entre sus aliados globales. Sus comentarios sobre Gaza –ya representen una idea, un plan o algo intermedio– pueden acelerar ese proceso.

“Esta administración tiene no solo el instinto, sino el apetito de ser disruptiva”, dijo Alterman. Predijo “un examen de conciencia mucho más profundo en Europa, sobre cómo quiere relacionarse con un Estados Unidos mucho más ensimismado, y mucho menos comprometido con el apoyo a un sistema multilateral”.

La gente camina entre los escombros de edificios colapsados en el norte de Gaza.

Trump contra Europa

La mayoría de las naciones occidentales se muestran cautelosas ante la imprevisibilidad que Trump aporta a la Casa Blanca, pero estaban más preparadas para su segunda victoria electoral que para la primera.

Esperaban una prueba como esta. Y sus respuestas al plan de Trump para Gaza pusieron de relieve cómo podrían enfrentarse más ampliamente a Trump 2.0.

Naciones Unidas fue contundente, su secretario general advirtió a Trump contra la “limpieza étnica”. Francia dijo que la propuesta constituiría “una grave violación del derecho internacional”. (El traslado forzoso de una población está prohibido por la Convención de Ginebra). El ministro de Asuntos Exteriores de España dijo a la emisora de radio RNE que “la tierra de los gazatíes es Gaza”. En Europa Occidental, solo el líder de la extrema derecha neerlandesa, Geert Wilders, rompió filas para respaldar el plan. “Que los palestinos se muden a Jordania. ¡Problema de Gaza resuelto!”, escribió en X.

El presidente de Alemania, Walter Steinmeier, dijo que la sugerencia era “inaceptable”, y la ministra de Asuntos Exteriores del país, Annalena Baerbock, afirmó que “conduciría a nuevos sufrimientos y nuevos odios”.

“Como diplomático de carrera, mi trabajo siempre fue explicar los intereses del Gobierno de Estados Unidos de la mejor manera posible. El presidente Trump hizo de eso un trabajo más difícil”, dijo a CNN Eric Nelson, exembajador de Trump en Bosnia y más tarde director asociado del Centro Europeo Marshall Germano-Americano para Estudios de Seguridad en Munich. “Era muy difícil anticipar lo que iba a hacer a continuación”.

“En Alemania, la reacción del Gobierno es la esperada: son muy displicentes”, señaló. Unas próximas elecciones federales han aumentado el incentivo para que el atribulado Gobierno alemán condene a Trump, que es ampliamente impopular en el país y en toda Europa occidental.

Es una dinámica que el equipo de Trump afrontará con calma. “No esperan que las capitales occidentales estallen en un coro de ‘¡nosotros también, apúntennos!’”, dijo Nathan Sales, excoordinador de contraterrorismo de Trump. “No tenemos que estar de acuerdo con nuestros amigos el 100% del tiempo”.

Además, el canciller de Alemania, Olaf Scholz, y su Gobierno tienen pocos incentivos para contenerse: es probable que no estén en el poder el mes que viene para arreglar el desaguisado.

Pero criticar al presidente estadounidense no es fácil para todos.

Por ejemplo, para Gran Bretaña. El firme aliado de Estados Unidos está desesperado por mantener una relación productiva con Trump, y los primeros indicios apuntan a que la ofensiva de encanto del primer ministro Keir Starmer está dando sus frutos. Trump dijo esta semana que Starmer había sido “muy amable” e insinuó que el Reino Unido podría evitar los aranceles con los que ha amenazado a la Unión Europea. Se trata de una zanahoria monumental para un líder británico que busca por todas partes un impulso al crecimiento económico.

El primer ministro de Reino Unido, Keir Starmer, está desesperado por una relación productiva con Trump.

Sin embargo, esos puentes se construyen sobre arena. Londres es plenamente consciente de que un comentario desacertado podría echar por tierra meses de trabajo para apaciguar a Trump. Al mismo tiempo, Starmer conoce las trampas de parecer servil a un presidente estadounidense; es exactamente por lo que una vez criticó a los primeros ministros conservadores.

Ese enigma obliga a utilizar palabras delicadas. “En la cuestión de Gaza, Donald Trump tiene razón”, dijo el ministro de Asuntos Exteriores de Starmer, David Lammy, a los periodistas en Ucrania esta semana, recitando la parte de su respuesta destinada a una sola audiencia. “Viendo esas escenas, palestinos que han sido horriblemente desplazados durante tantos meses de guerra, está claro que Gaza yace en escombros”. El resto iba dirigido a todos los demás: “Siempre hemos sido claros en nuestra opinión de que debemos ver dos Estados y debemos ver a los palestinos capaces de vivir y prosperar en su tierra natal en Gaza”.

Un diputado laborista dijo a CNN que él y sus colegas estaban “horrorizados” por la propuesta de Trump. Sin embargo, señaló que había demasiados factores, incluido un alto el fuego en curso y una relación comercial clave, para justificar una crítica pública al presidente. El diputado añadió que sentía “mucha simpatía por (Starmer)” en su intento de “(mantener) la relación lo más positiva posible”.

“Criticar duramente a los aliados es sin duda un enfoque de política exterior extraño”, añadió el legislador sobre Trump. “¿Lo hará con los enemigos?”.

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