La crisis haitiana no tiene retorno

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Nelson Encarnación, periodista veterano.

Visón global

POR NELSON ENCARNACION

El pasado mes de agosto la Organización de los Estados Americanos (OEA) emitió un contundente documento radiografiando el impresionante deterioro de la situación general de Haití, cuya evolución es hacia un agravamiento sin visos de definir un camino apropiado para su solución. Es decir, lo de Haití es un camino sin retorno.

En dicho documento, el organismo hemisfĆ©rico fue de frente contra la llamada ā€œcomunidad internacionalā€, de la cual forma parte la propia OEA, cuyo campo de acción para encauzar a HaitĆ­ hacia una normalización, es bastante cuestionable.

Sin embargo, la exposición de la OEA—que de entrada refleja un mea culpa—plantea una dramĆ”tica realidad de la cual no deberĆ­a sustraerse ningĆŗn actor importante de la arena internacional, sobre todo los que desde siempre han acumulado la mayor responsabilidad frente a un progresivo deterioro institucional, polĆ­tico, económico, social y moral del paĆ­s que comparte con nosotros un territorio insular del que no podemos desprendernos.

Entre muchos de sus planteamientos quiero resaltar, de manera particular, los siguientes: ā€œLos Ćŗltimos 20 aƱos de presencia de la comunidad internacional en HaitĆ­ significan uno de los fracasos mĆ”s fuertes y manifiestos que se hayan implementado y ejecutado en ningĆŗn marco de cooperación internacionalā€.

Y sigue: ā€œEsto tiene que ver con que, en 20 aƱos de estrategia polĆ­tica errada, la comunidad internacional no fue capaz de facilitar la construcción de una sola institución con capacidad de responder a los problemas de los haitianos; 20 aƱos despuĆ©s ni una sola institución es mĆ”s fuerte de lo que lo era antesā€.
Otro pĆ”rrafo no menos dramĆ”tico es el siguiente: ā€œBajo ese paraguas de la comunidad internacional fermentaron y germinaron las bandas criminales que hoy asedian al paĆ­s y a su puebloā€¦ā€.

Es decir, que estamos en presencia de una admisión de culpa, aunque la redacción del documento pretende distanciar a la OEA de una realidad de la cual es parte esencial, si tomamos en cuenta el frenético laborantismo mantenido por su secretario general, Luis Almagro, fomentando la disociación interior en varios países latinoamericanos no afines con su pensamiento ni son colonias ideológicas de los Estados Unidos.

Tanto la OEA como otros actores de la ā€œcomunidad internacionalā€ han pretendido que la solución haitiana estĆ” en RepĆŗblica Dominicana, dando la razón—aun sea inadvertidamente—a las Ć©lites de ese paĆ­s, cuya lógica conduce a que los problemas de HaitĆ­ han sido causados por nosotros.

Desconozco por qué el Gobierno no hizo suyo ese documento de la OEA y lo difundió de manera profusa, tanto en el país como a través de las embajadas, para fortalecer nuestra posición en defensa de la soberanía nacional.

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