Se han publicado infinidades variables para comprender y entender la existencia humana. Muchas están asociadas al sistema de creencias que en nuestras intimidades hemos asumido y que tomamos como referencia para nuestras vinculaciones.
Mostrar nuestras convicciones hacia el exterior es la premisa básica que nos hace visible frente a los demás; Sin embargo no siempre es así.
Existen maneras y formas de transmitir en el silencio de la humildad como somos y predicamos con un encanto especial nuestras bondades hacia los demás con la sonrisa cautivadora y tierna de los apremios de tiempos imborrables.
Así de sencilla, llana, afable y de fácil trato era Genoveva Pantaleón (Cuca Vargas como le acostumbraba a decir), cabeza de un árbol genealógico cuyos frutos estarán siempre presentes en el tiempo a través de una familia dotada de una armadura que combina su amor al prójimo y su incansable deseos de siempre superarse no importando para ello el sacrificio y los inauditos esfuerzos que se deban realizar para ello.
Y así, la familia Vargas Pantaleón es la mejor hechura en el tiempo de Eladio Vargas(padre) ido ya hace un tiempo y su soporte Doña Genoveva (Cuca) quien asume con prestancia, responsabilidad y una habilidad de madre abnegada la impronta de un hogar dentro de un esquema familiar tradicional y aún con muchos desafíos por delante. Y ahí estaba ella con el temple decidido a brincar todas las vallas de las inercias de épocas difíciles.
A veces con la candidez de su esfuerzo y los encantos de mujer nacida y desarrollada en la ingenuidad de los humildes encontró la fórmula de sobrellevar y concretar, loables por demás, de una familia que hoy es ejemplo de ascenso legítimo en los peldaños de la existencia humana. Ahí, a través de su descendencia estará su perenne legado y en las caras de sus nietos observaremos presente su rostro inspirando los buenos ejemplos.
