DIARIOPAISRD.COM***INFORMACION NACIONAL PRODUCIDA EN LA CAPITAL DOMINICANA. República Dominicana lucha desde hace décadas contra el embarazo de sus menores con campañas y estrategias legales. Aunque hay avances, es poco lo que se ha logrado

La reciente condena al pelotero dominicano Wander Franco a dos años de prisión suspendida, no solo marcó la caída de una joven promesa del béisbol,(por su estupidez) puso bajo el reflector un drama más amplio y estructural: la normalización del embarazo adolescente en la República Dominicana y la indiferencia social ante el abuso sexual encubierto por la pobreza, el silencio o el consentimiento manipulado.
En el juicio se determinó que la madre de la menor exigía dinero a cambio de permitir la relación con Franco, un patrón que evoca los peores rostros de la explotación infantil: la familia como intermediaria, la infancia convertida en mercancía, el éxito deportivo como coartada de impunidad.
Pero el caso Franco no es un hecho aislado. Es el espejo de una realidad que el país arrastra desde hace décadas.
Una epidemia nacional
La República Dominicana tiene una de las tasas más altas de embarazo adolescente de América Latina.
Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), el 20 % de los nacimientos corresponde a madres menores de 20 años, y en algunas zonas rurales esa proporción se acerca al 30 %
La tasa de fecundidad adolescente es de 94 por cada 1,000 mujeres entre 15 y 19 años, la más alta de la región, solo superada por Nicaragua y Venezuela.
El embarazo temprano corta de raíz la trayectoria vital de miles de niñas.
Según el Instituto Dominicano de Evaluación e Investigación de la Calidad Educativa (Ideice), alrededor del 52 % de las adolescentes que quedan embarazadas abandonan la escuela, y la gran mayoría no retorna. A menudo, el padre del hijo es un adulto mucho mayor, y rara vez enfrenta consecuencias legales.
Causas estructurales
Los organismos internacionales coinciden en identificar una combinación de factores detrás del fenómeno:
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Ausencia de educación sexual integral en las escuelas.
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Falta de acceso a servicios de salud reproductiva y anticonceptivos.
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Tolerancia cultural y familiar hacia uniones tempranas.
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Débil aplicación de las leyes de protección de menores.
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Silencio institucional y falta de registros judiciales.
En muchos barrios y comunidades rurales, las uniones entre adultos y adolescentes son vistas como inevitables o incluso deseables.
La figura del «hombre que ayuda» —provee dinero, comida, ropa o transporte— es aceptada con normalidad. En ese contexto, el consentimiento de la menor pierde sentido: está condicionado por la necesidad, el entorno y la presión adulta.
10años de prisión
Fue la condena que le impusieron a Martha Vanessa Chevalier tras hallarla culpable de múltiples delitos, incluyendo extorsión, complicidad y explotación de su propia hija. También le incautaron bienes y dinero en efectivo.
2años de prisión suspendida
Fue la sentencia que recibió Wander Franco, una pena suspendida bajo condiciones especiales, por considerarlo culpable de abuso sexual en perjuicio de una menor de 15 años.