Seamos honestos, Harris le pasó el trapo a Trump

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DIARIOPAISRD.COM. INFORMACION A NIVEL INTERNACIONAL, TODAVIA SE SIGUE  HABLANDO DEL DEBATE CANDIDATOS PRESIDENCIALES** EE..UU. **ESE TRABAJO ES RESEÑADO POR LA CADENA DE NOTICIA RUSIA EN ESPAÑOL (RT)- El primer debate entre los candidatos presidenciales estadounidenses Donald Trump y Kamala Harris puede no haber sido un momento de la verdad, pero sí marcó un tono importante para el resto de la campaña.

La principal conclusión es que Harris –considerada inicialmente una polemista débil que ya había sido objeto de una avalancha de valoraciones despectivas por parte de su oponente– logró mucho más que simplemente “no fallar”. Sin una sombra de timidez y con una sonrisa en el rostro, puso repetidamente la pelota en la cancha de su oponente más experimentada, que ya se sentó en la silla presidencial y pasó por todos los desafíos de la política estadounidense.

Trump claramente no esperaba este giro de los acontecimientos y no estaba preparado para ello. Después de haber disfrutado discutiendo sobre la supuesta baja capacidad mental del «sustituto de Biden», no pudo encontrar una manera de demostrar algo de lo que siempre estuvo profundamente convencido: la estupidez aparentemente obvia e impenetrable del candidato del Partido Demócrata.

Sin embargo, los comentarios posteriores al debate, que atribuyeron la victoria a Harris, aún no captaron del todo el significado de lo que sucedió.

 El debate presidencial estadounidense fue un espectáculo político degenerado y Harris ganó

Sería más preciso decir que no fue una Harris más inteligente y con más conocimientos la que derrotó a Trump, sino la tecnología política.

El debate fue inusual porque se parecía a una competencia entre dos atletas que habían competido en diferentes deportes, pero que ahora competían para decidir quién era más fuerte. Si bien Trump puede ser considerado un político establecido, que ha dirigido su propio espectáculo desde el principio y se ha opuesto persistentemente a la corriente dominante estadounidense al construir su propia plataforma de nacionalismo y aislacionismo estadounidenses, Harris aún no puede ser considerada una política de alto nivel.

Obligada a entrar en la carrera después de que los demócratas derrocaran a Joe Biden, la vicepresidenta en ejercicio terminó asumiendo un papel que no le pertenecía. Todavía no es un producto terminado, pero ahora es una operadora que funciona mejor. Si se quiere, es una gallina política que ahora está siendo criada apresuradamente con hormonas, en forma de poderosas infusiones de donantes demócratas.

Harris nos ha demostrado que todo el esfuerzo y la inversión en ella no han sido en vano. Tras acusar a Trump de no tener un programa económico (a pesar de que la economía siempre ha sido el punto fuerte de los republicanos), la joven candidata ha conseguido robarle a su rival la principal baza, si se me permite el juego de palabras. Y ahora le toca al expresidente convencer de alguna manera a los votantes de que no es él quien no entiende la economía, sino su oponente.

Por supuesto, Trump ya ha dicho que está “menos inclinado” a tener otro debate en vivo con Harris después de la paliza de esta semana.

¿Quién habría pensado que resultaría así?

El debate no logró responder las preguntas más importantes sobre hacia dónde se dirigirá Estados Unidos después de las elecciones de noviembre y qué tipo de liderazgo surgirá de Washington. En general, no fue una partida de ajedrez compleja; en cambio, se sacaron todas las piezas del tablero. El debate no tuvo mucho sentido, pero sí mucho de Kamala, que al final consolidó su ventaja en la carrera.

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